viernes, 13 de mayo de 2011

Inspiración a las 2:30 de la mañana

La llave entra en la cerradura, gira y la puerta se abre. La luz proveniente del pasillo ilumina parcialmente la habitación, que hasta hace unos segundos estaba completamente oscura. Estanterías repletas de libros, una pequeña mesa con tres sillas y una cama de matrimonio al fondo. Simple. Un hombre entra sigilosamente y cierra la puerta, haciendo que la habitación vuelva a la oscuridad.
Ella yace dormida en la cama, tapada hasta arriba con la manta. Duerme semi-desnuda y con la manta hasta el cuello. Siempre ha dormido así, desde pequeña. Su madre nunca entendió esa necesidad que tenía de sentir el peso de una colcha sobre su cuerpo, de algo que la mantuviera caliente. Madres...o lo saben todo o no entienden nada.
Ni siquiera ha notado que alguien ha entrado en la habitación. Él no la despierta, solo deja las llaves al lado de la puerta, con mucho cuidado se quita los pantalones y los deja sobre una silla. Entonces, muy despacio, se acerca a la cama, levanta el borde de la manta que la protege y se mete dentro, desapareciento con ella.
Lentamente la busca entre las sábanas para abrazarla y finalmente sumergirse en un profundo sueño, pero justo antes se le escapa una sonrisa al pensar en el reproche de mañana. Ella le ha dicho mil veces que la despierte al llegar. Pero él nunca lo hace, se la ve tan tranquila que le da pena despertarla. Además, él prefiere el sexo matutino.

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