Creo que empezó en parvulitos. Fue todo culpa de la seño Regina, que era la profe de actividades extraescolares. Esa mujer sabía hacer de todo, baile, gimnasia rítmica, teatro, y era la que organizaba los mini pases de modelos. Sonrío cada vez que veo las fotos y me acuerdo de esa primera función en el patio del cole. En esta época el teatro era un pensamiento más, junto con el baile, la gimnasia, las muñecas y las cocinitas.
Unos años después entré en primaria y no sé cómo aterricé en clase de teatro. No recuerdo si fui yo la que se lo sugirió a mi madre o la idea simplemente apareció en su cabeza por generación espontanea. El caso es que acabé dando clases de teatro los lunes y miercoles por la tarde. Y en tercero de primaria ese simple pensamiento pasó a ser persistente.
Tras representar una función en la sala Cánovas de Málaga, lugar al que guardo especial cariño a raíz de este suceso, una profesora de la ESAD se me acercó y me dijo que lo hacía muy bien y en ese mismo instante decidí que quería...no, que sería actriz.
A ese momento le siguieron varios años más en el teatro del colegio y un deprimente año sin teatro (mi querida madre decía que era demasiado pequeña para coger el bus a la escuela) hasta que di con La Sala. Creo que allí he pasado los mejores cinco años de mi vida y es uno de los lugares en los que más teatro he aprendido. Durante todo ese tiempo el pensamiento ha seguido ahí pero hace unos años empezó a ser reemplazado muy poquito a poco por la traducción.
Ahora pienso más en cosas como ¿y esto cómo será en inglés? o ¿cómo habrán pasado tal frase al español? aunque cuando leo una obra de teatro todavía me imagino la escenografía entera, veo todos los decorados y el vestuario en mi mente y recuerdo esa sensación inexplicable que te recorre el cuerpo cuando estás frente al público.
Unos años después entré en primaria y no sé cómo aterricé en clase de teatro. No recuerdo si fui yo la que se lo sugirió a mi madre o la idea simplemente apareció en su cabeza por generación espontanea. El caso es que acabé dando clases de teatro los lunes y miercoles por la tarde. Y en tercero de primaria ese simple pensamiento pasó a ser persistente.
Tras representar una función en la sala Cánovas de Málaga, lugar al que guardo especial cariño a raíz de este suceso, una profesora de la ESAD se me acercó y me dijo que lo hacía muy bien y en ese mismo instante decidí que quería...no, que sería actriz.
A ese momento le siguieron varios años más en el teatro del colegio y un deprimente año sin teatro (mi querida madre decía que era demasiado pequeña para coger el bus a la escuela) hasta que di con La Sala. Creo que allí he pasado los mejores cinco años de mi vida y es uno de los lugares en los que más teatro he aprendido. Durante todo ese tiempo el pensamiento ha seguido ahí pero hace unos años empezó a ser reemplazado muy poquito a poco por la traducción.
Ahora pienso más en cosas como ¿y esto cómo será en inglés? o ¿cómo habrán pasado tal frase al español? aunque cuando leo una obra de teatro todavía me imagino la escenografía entera, veo todos los decorados y el vestuario en mi mente y recuerdo esa sensación inexplicable que te recorre el cuerpo cuando estás frente al público.
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